Este año hemos abierto doce comunidades. Muchos de sus miembros no tienen un objetivo preciso. Cuando vienen a vernos con el fin de fundar una misión en sus pueblos, yo trato de darles largas, pero si insisten, voy a verlos, hablamos largo y tendido y estudio sus motivaciones. En general, nadie conoce a Jesús. No tienen ni la menor idea.
- Bueno, pues, enséñanos tú. Explícanos lo que dijo porque parece que sus palabras son dulces y que restauran el corazón, reaccionan.
Entonces les hago un resumen de su Buena Nueva, les cuento alguna parábola y hablo de su muerte y resurrección.
- Bueno, entonces ¿qué hacemos?, preguntan. Puedes venir los domingos a enseñarnos a rezar... concluyen.
Sienten que algo importante les sobrepasa y unen la oración con algunos proyectos que tienen en la cabeza. La actitud de los musulmanes no les interesa porque dicen que rezan mucho pero no hacen nada. Si veo que sus razones son serias, le digo a un catequista que les eche una mano.
Y así se empieza.
Michel Loiret, sma.
Este artículo póstumo es un pequeño homenaje a nuestro querido compañero y gran amigo de África, el padre Michel Loiret (1936-2014). |